Domingo

1 de Diciembre

Estad siempre despiertos
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
“Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin
aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues
los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la
vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre
todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para
escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.

Lucas 21, 25-28.34-36

Comentario

El evangelio de hoy se halla al fi nal del capítulo 21 de Lucas. Jesús utiliza el lenguaje «apocalíptico». Este tipo de lenguaje, propio del tiempo de Jesús, pretende ser una «revelación» de lo que sucederá a la final de los tiempos.
La primera parte trata de los signos cósmicos que precederán a la venida del Hijo del Hombre. Está expresado en lenguaje apocalíptico y es semejante al usado por los profetas cuando anuncian el juicio de Dios. Son señales que afectan al universo entero: al firmamento, a la tierra y al mar. Todo ello sirve para «revelar» la grandeza y el poder del Hijo del Hombre que vendrá.
La reacción ante estos acontecimientos es doble. Por una parte, “las naciones” (los
paganos) sienten miedo y quedan desconcertados. En cambio, para los creyentes, todos estos acontecimientos no tienen que ser motivo de miedo o de angustia, sino que son un signo de que se acerca la liberación total. Por ello, deben mantener la cabeza erguida, en actitud gozosa y esperanzada.
La segunda parte del texto es una conclusión adaptada a las necesidades éticas y morales de algunas de las primeras comunidades cristianas. Se anima a los discípulos a estar alerta y a comportarse de forma sobria y consecuente con la fe. Este
texto es un intento de las primeras comunidades cristianas por adaptar el mensaje de Jesús a sus necesidades diarias. Aquellos hombres y mujeres se planteaban
cómo vivir mientras esperaban la llegada del Señor.

Hoy empieza el Adviento, y con él un nuevo año litúrgico. No puede ser simple repetición de algo que ya conocemos. Adviento es tiempo de gracia y de saber acoger a Jesucristo que siempre viene
a nosotros como Salvador.
Tiempo de asumir un compromiso por la transformación del mundo según el deseo de Dios y los valores del Evangelio. El adviento nos ofrece motivos para esperar y razones profundas y consistentes para continuar en el seguimiento diario de Jesús. Debe inyectarnos alegría y optimismo cristiano en nuestro quehacer ordinario.
Los cristianos somos personas que  esperamos nuestra liberación: «Cuando se presenten los primeros signos, poneos en pie y levantad vuestras cabezas, pues está cerca vuestra liberación». El inicio
del Adviento es un buen momento para repasar aquello que nos anima a esperar.
Y la esperanza es el hilo conductor de este año 2025, declarado Año Santo Jubiliar. El documento de convocatoria del Papa Francisco así lo expresa. Ante las dificultades que aquejan a nuestro mundo, nuestra fe cristiana nos invita a un compromiso serio y mantenido en el tiempo para levantar la esperanza caída y para construir un mundo mejor en el que habite la misericordia, la justicia y el
derecho.