Calendario de Adviento 2024

1 de Diciembre
Estad siempre despiertos

2 de Diciembre
¿Quién soy yo para que entres bajo mi techo?

3 de Diciembre
Has escondido estas cosas a los sabios

4 de Diciembre
- Comieron todos hasta saciarse

5 de Diciembre
No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!…

6 de Diciembre
Ten compasión de nosotros, Hijo de David

7 de Diciembre
Lo recibido gratis, dadlo gratis

8 de Diciembre
Aquí está la esclava del Señor

9 de Diciembre
Levántate y anda

10 de Diciembre
El Padre no quiere que se pierda ninguno

11 de Diciembre
Venid a mí los cansados y agobiados

12 de Diciembre
No ha nacido uno más grande que Juan

13 de Diciembre
Los hechos dan razón a la Sabiduría

14 de Diciembre
Elías ya ha venido, y no lo reconocieron

15 de Diciembre
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego

16 de Diciembre
El bautismo de Juan ¿de dónde venía?

17 de Diciembre
Genealogía de Jesús, Mesías, hijo de David, hijo de Abraham.

18 de Diciembre
Tú le pondrás por nombre Jesús

19 de Diciembre
Tu mujer Isabel te dará un hijo: Juan

20 de Diciembre
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

21 de Diciembre
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

22 de Diciembre
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

23 de Diciembre
El nacimiento de Juan Bautista

24 de Diciembre
Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.

25 de Diciembre
En la persona de Jesús todo el amor de Dios se ha hecho presente

26 de Diciembre
El que persevere hasta el final se salvará

27 de Diciembre
Fiesta de San Juan Evangelista

28 de Diciembre
Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto

29 de Diciembre
Jesús iba creciendo en sabiduría

30 de Diciembre
Había una anciana profetísa

31 de Diciembre
En la persona de Jesús todo el amor de Dios se ha hecho presente
Comentarios y Evangelios sacados de la web de https://salesianos.info/adviento-navidad

Martes
31 de Diciembre
En la persona de Jesús todo el amor de Dios se ha hecho presente
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan Bautista: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
La Palabra se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan 1, 1-18
Comentario
Leemos el comienzo o prólogo del evangelio de san Juan. Con palabras solemnes y hermosas se nos dice que la Palabra de Dios ha acampado en medio de nuestro mundo para iluminarlo con su luz.
Es un buen mensaje para cerrar este año 2024 al que despediremos hoy. Han ocurrido acontecimientos que quedarán grabados en nuestra vida. Algunos habrán sido excelentes, otros entrarán dentro de la normalidad cotidiana, varios, tal vez habrán sido dolorosos y habrán puesto a prueba nuestras existencias… Todos ellos forman parte de nuestra vida; una vida que Dios acepta y quiere con sus luces y sus sombras.
Ojalá que todo lo vivido vaya calando como oportunidad para profundizar en aspectos esenciales de nuestra existencia. Ojalá que las dificultades vividas nos hayan ayudado a comprender elementos esenciales que tal vez habíamos olvidado.
La Palabra de Dios se ha hecho carne humana en Jesucristo, poniendo en nuestra historia un principio de esperanza. Los creyentes sabemos que ni la muerte ni la vejez, ni el dolor ni la enfermedad, ni la guerra ni el hambre, ni ningún mal que podamos padecer podrá apartarnos del amor de Dios. Nuestra suerte está asegurada si recibimos a Cristo en nuestra vida, en nuestro hogar y en nuestro corazón.
Los cristianos somos responsables de que este mensaje tan positivo se haga realidad en nuestro mundo lacerado por crisis sucesivas que golpean nuestras seguridades. De nosotros depende que estas palabras de esperanza dejen de ser meros conceptos para convertirse en realidades de convivencia fraterna, de paz y de servicio, especialmente a favor de los pequeños, los pobres y los humildes.
El tiempo que pasa, y que contamos por años, según el ritmo de la tierra alrededor del sol, es oportunidad para hacer presente a Dios en nuestro mundo, como lo hizo presente Jesucristo al nacer y vivir en medio de nosotros.
Es el último día del año; una fecha en la que muchas personas se entregan a fiestas sin sentido, embotando su mente con ruidos, luces y vacías celebraciones. Nosotros proclamamos serenamente que Dios es Señor de la historia, que nos ha creado para compartir su felicidad y disfrutar su amor. Y que estamos comprometidos con dar testimonio todos los días que Él quiera concedernos.
Mañana iniciaremos un nuevo año. Para muchos de nosotros será «año santo jubilar». Dios quiera que hagamos nuestra la luz que orientará nuestro caminar como personas y como cristianos: Peregrinos de la esperanza. Un peregrinaje hacia nuestro interior, para descubrir y recomponer paisajes interiores que precisan ser mejorados. Y un caminar compartido con quienes viven a nuestro lado para recomponer el gozo de la fraternidad.

Lunes
30 de Diciembre
Había una anciana profetisa
Había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
Cuando María y José llevaron al niño al templo, ella se acercó en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Lucas 2, 36-40
Comentario
El evangelio de Lucas no pone los grandes contenidos teológicos del Evangelio de la Infancia en boca de teólogos notables, ni en labios de los Sumos Sacerdotes o en los levitas y sacerdotes del templo… No. Los mayores contenidos teológicos del evangelio están en boca de la gente más humilde y sencilla (Isabel, María, Simeón, Ana, los pastores…). Tres de estas personas son mujeres, consideradas menores de edad por el pueblo de Israel, a quienes no se les podía enseñar la ley de Dios, ni tampoco a leer. Tan baja era la consideración hacia las mujeres, que no eran sujetos aptos para testimoniar la verdad ante ningún tribunal.
Personas de esta clase son las que rodean a Jesús en el momento de su aparición en la tierra. Las grandes verdades teológicas no salen del Templo, ni llevan la aprobación de los escribas de turno, ni de los doctores de la ley…
Este es el contexto en el que hay que leer el evangelio del día de hoy.
La protagonista es una anciana muy mayor, casi centenaria. Su nombre dice mucho de su misión: «Anna», que en hebreo significa «piedad».
Lucas la llama «profetisa», es decir, reveladora de la voluntad de Dios, pese a su condición de inferioridad social por ser mujer, viuda y anciana. Su mirada espiritual era más fuerte que sus ojos casi apagados. Ella «hablaba del Niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel».
Esta sencilla mujer es la primera «evangelizadora» que nos presenta el evangelio de Lucas: una persona comprometida con anunciar el mensaje liberador de Jesús.
El educador cristiano tampoco precisa de grandes teologías o aprobaciones oficiales para testimoniar la salvación concreta de Jesús. Su presencia comprometida con los valores del evangelio es una luz que alumbra a sus alumnos y alumnas. El educador cristiano testimonia una forma de vivir iluminada por el estilo nuevo de Jesús de Nazaret, más allá de los contenidos que enseña y explica en su trabajo diario.

Domingo
29 de Diciembre
Jesús iba creciendo en sabiduría
Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angusӐados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Lucas 2,41-52
Comentario
Hoy es el Día de la familia Cristiana. Una fiesta establecida recientemente para que los cristianos celebremos y ahondemos en lo que puede ser un proyecto familiar entendido y vivido desde el espíritu de Jesús.
No basta defender de manera abstracta el valor de la familia. Tampoco es suficiente imaginar la vida familiar según el modelo de la familia de Nazaret, idealizada desde nuestra concepción de la familia tradicional. Seguir a Jesús puede exigir a veces cuestionar y transformar esquemas y costumbres muy arraigados en nosotros.
La familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. Más aún. Lo decisivo no es la familia de sangre, sino esa gran familia que hemos de ir construyendo los humanos escuchando el deseo del único Padre de todos.
Según el relato de Lucas, los padres de Jesús lo buscan acongojados, al descubrir que los ha abandonado sin preocuparse de ellos. ¿Cómo puede actuar así? Su madre se lo reprocha en cuanto lo encuentra: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así?
Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús los sorprende con una respuesta inesperada: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?».
Sus padres «no le comprendieron». Solo ahondando en sus palabras y en su comportamiento de cara a su familia, descubrirán progresivamente que, para Jesús, lo primero es la familia humana: una sociedad más fraterna, justa y solidaria, tal como la quiere Dios.
No podemos celebrar responsablemente la fiesta de hoy sin escuchar el reto de nuestra fe.
- ¿Cómo son nuestras familias? ¿Viven comprometidas en una sociedad mejor y más humana, o encerradas exclusivamente en sus propios intereses? ¿Educan para la solidaridad, la búsqueda de paz, la sensibilidad hacia los necesitados, la compasión, o enseñan a vivir para el bienestar insaciable, el máximo lucro y el olvido de los demás?
- ¿Qué está sucediendo en nuestros hogares? ¿Se cuida la fe, se recuerda a Jesucristo, se aprende a rezar, o sólo se transmite indiferencia, incredulidad y vacío de Dios? ¿Se educa para vivir desde una conciencia moral responsable, sana, coherente con la fe Cristiana, o se favorece un estilo de vida superficial, sin metas ni ideales, sin criterios ni sentido último?

Sábado
28 de Diciembre
Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, cogió al niño y a su madre , se fue a Egipto y estuvo allí hasta la muerte de Herodes.
Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños menores de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven»
Mateo 2, 13-18
Comentario
El texto evangélico afirma que los «Magos» no regresaron a hablar con Herodes, sino que volvieron a su país por otro camino… Y comienza la persecución del rey Herodes hacia la sagrada familia, que decide huir a Egipto.
Egipto fue siempre un país de refugio para los israelitas. Los judíos que huían a Egipto se refugiaban en alguna colonia judía de las numerosas que había allí. En la época del nacimiento de Jesús vivía en Egipto una importante población judía.
Sólo en la ciudad de Alejandría había más de cien mil judíos.
La historia de la huida a Egipto se cierra con el dicho profético de Oseas: «De Egipto llamé a mi hijo (a mi pueblo Israel)». Esta frase desvela el significado profundo del trozo de evangelio que leemos hoy. El sentido sería éste: Así como Dios salvó al antiguo pueblo de Israel de la opresión del faraón, y le condujo a la Tierra Prometida, bajo la guía de Moisés, así ha librado también a Jesús de la mano del rey Herodes, y le ha conducido desde Egipto a la Tierra Prometida para que construya el Nuevo Pueblo de Dios.
El sentido profundo de este texto no es histórico, sino teológico: pretende establecer un nexo entre Moisés y Jesús de Nazaret. Ambos salvan su vida de un tirano, ambos realizan el camino de Egipto a Israel, ambos son los creadores de un pueblo destinado a recibir la salvación de Dios.
Navidad es manifestación del amor de Dios. Pero la palabra de Dios nos recuerda una y otra vez que en el mundo sigue existiendo el odio. Jesucristo es la luz que viene al mundo, pero los que viven en la oscuridad quieren acabar con ella. Aquel que vino para ser el salvador y libertador de toda opresión sufre, desde los primeros días de su existencia, el odio, la persecución y el destierro.
La celebración de hoy nos coloca frente al misterio del mal y del sufrimiento de los inocentes. Sigue habiendo demasiados Herodes empeñados en teñir la historia con sangre inocente. Jesús no nos ofrece una solución teórica, ni siquiera nos da una explicación del misterio del mal. Él comparte el dolor de todos los pequeños y sencillos desde su nacimiento hasta la muerte. Jesús nos enseña, con sus palabras y obras, que el amor de Dios es más fuerte que el mal y el dolor.

Viernes
27 de Diciembre
Fiesta de San Juan Evangelista
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Juan 20, 1-9
Comentario
Durante el Adviento hemos visto la figura de Juan Bautista. Hoy celebramos el recuerdo de Juan Evangelista, uno de los discípulos más cercanos a Jesús. El evangelio de hoy nos presente a este apóstol como el «discípulo amado», testigo de la resurrección y hombre de fe.
El texto del evangelio de Juan que leemos hoy nos presenta la resurrección de Jesús vista por tres miradas distintas: La mirada de una mujer a quien el amor hace madrugar, la del discípulo amigo a quien la amistad hace correr y anticiparse al compañero, y la de Pedro, a quien la autoridad le permite entrar el primero en el sepulcro vacío.
¿Qué ocurrió allí, en la oscuridad del sepulcro?
Del discípulo amigo se dice que «vio y creyó», de Pedro no se dice nada, de María Magdalena que se quedó llorando. (Juan 20,11)
Los caminos de la fe son muy diferentes. Cada cual tiene su propio camino y recibe de Dios el regalo de la fe de forma diversa. Al discípulo amigo de Jesús, caracterizado por una amistad sin complicaciones, le bastó ver el sepulcro vacío para creer.
Parece ser que este discípulo, amigo de Jesús, fue Juan Evangelista, cuya fiesta celebramos hoy.
El tipo de cristiano representado por Pedro entra al sepulcro vacío, recoge datos y testimonios… pero no creyó enseguida en el resucitado. Su fe se manifestará en otro momento, más adelante, bajo la fuerza del perdón de Jesús.
Finalmente, María Magdalena nos muestra otro camino de fe. A pesar de su gran amor por Jesús, tampoco alcanza a descubrir en el sepulcro vacío al Señor resucitado. Su amor, pendiente de la suerte del cuerpo físico del Maestro, la ofuscó y se quedó llorando y en silencio. Fue su forma de acceder a Jesús.
Este texto nos muestra que los cristianos no tenemos un camino de fe idéntico. Dios nos ofrece la fe de muchas formas. Cada creyente tiene su ritmo y estilo propio de creer.
La fiesta de San Juan, apóstol y evangelista, nos ofrece otra faceta del testigo de Cristo que completa las que hemos visto a lo largo del Adviento. Juan se presenta como testigo de la vida y la esperanza.
El mensaje del apóstol Juan es muy positivo y supone una profunda alegría. Una comunidad triste jamás puede proclamar la Buena Noticia. Navidad es tiempo de alegría en profundidad. Una alegría que nace de una visión positiva de la persona humana y de la historia.

Jueves
26 de Diciembre
El que persevere hasta el final se salvará
Dijo Jesús a sus apóstoles:
«No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará».
Mateo 10, 17-22
Comentario
El evangelio de hoy forma parte de un discurso en el que Jesús explica la misión de los discípulos. En este texto podemos ver reflejada la situación de la Iglesia primitiva, perseguida tanto por los judíos como por los paganos.
Los enviados por Cristo deberán dar testimonio de su fe tanto ante las autoridades judías («sinagogas, sanedrín») como ante las paganas («los gobernantes y reyes»).
Esteban fue uno de los siete varones «llenos del Espíritu Santo y de sabiduría», elegido entre los judíos de origen griego, para ayudar a los apóstoles en sus labores de evangelización. Una tradición muy antigua ve en ellos a los primeros «diáconos» (servidores) de la comunidad Cristiana. Se sabe con certeza que su misión principal consistía en atender a las viudas, huérfanos y excluidos en sus necesidades. También fue muy importante la predicación de la Palabra que realizaron.
La predicación de estos primeros diáconos contribuyó a la rápida extensión del cristianismo por toda la cuenca del Mediterráneo.
Esteban residía en Jerusalén. Su sólida formación le permitía entablar diálogos con los judíos que llegaban a la ciudad Santa en peregrinación, provenientes de todas las colonias judías. Esteban dialogaba con judíos llegados de: Roma (Italia), Cirene (Norte de África), Cilicia y Éfeso (actual Turquía), Alejandría (Delta del Nilo)… Los judíos ortodoxos de la ciudad de Jerusalén vieron en él un peligro porque no se ceñía a la religión judía tradicional, sino que anunciaba a Jesús como Mesías. El Sanedrín le condenó a morir «lapidado» varios años después que Jesús muriera en una Cruz. Hacia el año 415 se levantó una sencilla ermita en el valle del Cedrón, a unos 300 metros fuera de las murallas de Jerusalén. La tradición sitúa la muerte de Esteban en este lugar.
Es grande el contraste entre la celebración de Navidad y la Palabra de Dios que se nos propone hoy.
Ayer celebrábamos un Nacimiento; hoy, la muerte del primer testigo de Jesús.
Esteban pone ante nuestros ojos la seriedad de la fe y la fuerza del Espíritu para anunciar la Palabra.
Cada seguidor de Jesús debe ser un heraldo de la Palabra, un testigo del estilo de vida del Maestro de Nazaret y de su opción por los valores del Reino.

Miércoles
25 de Diciembre
En la persona de Jesús todo el amor de Dios se ha hecho presente
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan Bautista: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
La Palabra se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan 1, 1-18
Comentario
Anoche leíamos el relato del nacimiento de Jesús tal como lo narra san Lucas. En la misa del gallo (o la eucaristía que haga sus veces) vimos cómo los pastores fueron a Belén y encontraron al niño tal y como les habían dicho: junto a su madre, una humilde muchacha que guardaba en el corazón las cosas tan grandes que Dios manifestaba. Junto a María estaba José, un humilde trabajador que debía velar por ambos.
Un niño que ha nacido no está sentado en un trono de grandeza y poder, sino recostado en el pesebre de una humilde cueva, rodeado por unos mansos animales que acompañan a los pobres y a los humildes.
Así se nos muestra Dios y revela su victoria: sin la prepotencia de los conquistadores ni la violencia de los poderosos. Sin armas y sin ejércitos. No provoca gritos de terror ni sollozos de angustia. Ante su presencia, en un recién nacido, ángeles y pastores rompen a cantar de alegría.
Hoy leemos el prólogo del evangelio de san Juan. Nos dice que la Palabra de Dios ha puesto su morada entre nosotros, como si fuera un humilde pastor nómada del desierto que arma su tienda entre las ovejas del rebaño, para iluminarlas con la luz de su presencia que aleja las tinieblas.
Nuestro corazón sólo puede albergar sentimientos de alegría en este día. Gozo por la cercanía amorosa de Dios, por la salvación y el perdón que nos ofrece tan gratuita y desinteresadamente. Porque nos revela que su voluntad no es otra que nuestra felicidad.
En esta Navidad estamos a tiempo de recuperar los valores profundos de la existencia. Tal vez nos habíamos volcado en cosas y objetos deseables, promocionados por una sociedad de consumo… y tal vez nos habíamos olvidado de los pequeños gestos, del afecto y la ternura, de la solidaridad y la entrega generosa… Es decir, de aquello que es esencial.
Nuestra sociedad puede estar orgullosa de sus logros y progresos. Hemos puesto nuestra confianza en los progresos científicos y en la tecnología. Tal vez nos hemos olvidado de progresar en lo ético.
Lo triste es que desarrollo y progreso son tan sólo para un número reducido de la humanidad. Una gran mayoría de seres humanos, por culpa del egoísmo y la codicia de unos pocos, sufren muchos males. Y también sufre el planeta Tierra, sometido a una explotación insostenible, con efectos devastadores para los más pobres del planeta. Y están en marcha más de 56 conflictos bélicos que afectan a 92 países; guerras regionales que producen dolor y sufrimiento en personas humildes que nunca imaginaron tanto desastre y dolor en sus vidas.
Los cristianos, al celebrar el nacimiento de nuestro salvador, tenemos que comprometernos a compartir con todos la alegría que hoy nos embarga, haciendo de cada una de nuestras vidas un testimonio del amor de Dios; el amor que se nos ha manifestado de forma tan espléndida. Un amor que da vida y trae paz, que cura y consuela, que perdona y acoge.

Martes
24 de Diciembre
Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.
En aquel Tiempo, salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor»
Lucas 2, 1-14
Comentario
El texto de la misa de Nochebuena es una joya de la literatura universal. En su sencillez muestra un cuadro lleno de fuerza religiosa y ternura humana, capaz de mover el sentimiento de miles de millones de personas de diversas épocas y culturas.
Todo comienza con un censo. Pero no un censo demográfico, para contar el número de habitantes del imperio, sino un censo de campos y bienes inmuebles (llamado «apógraphe») y otro de posesiones móviles, tales como los rebaños (llamado «apotímesis»). Así el imperio romano conocía lo que debía tributar cada clan y cada familia. Se había realizado en las Galias (actual Francia) hacia el año 27 a.C.
Su elaboración duró cerca de cuarenta años.
En el año 11 a.C. le tocó el turno a la región de Siria, en la que estaba enclavada Palestina. Cada censo tenía en cuenta las características de la población sobre la que se llevaba a cabo. En Israel el censo se hizo teniendo en cuenta las leyes judías. Es probable que hubieran movimientos de población, pues las tierras no se dividían, sino que pasaban en su totalidad al hijo primogénito. Puede ser cierto que José y María hubieran de acudir a Belén, debido a que José era de la familia de David y pertenecía a ese clan familiar… Y ya que los tenemos en Belén, los evangelistas aprovechan para darnos varios datos teológicos de primer orden.
Respecto a Belén, no hay que dramatizar el tema de «la cueva» y «el pesebre»… haciendo de ellas una bandera de pobreza extrema. Hace veinte siglos los nacimientos no tenían lugar bajo las asépticas normas de higiene y sanidad actuales.
Además, Belén era una ciudad rodeada por numerosas cuevas construidas al abrigo de grandes peñascos. (Algo así como los rediles y majadas que se hallan en la zona norte de la provincia de Cuenca). Algunas de las cuevas de Belén, según restos arqueológicos, estaban habitadas.
El que no «hubiera sitio para ellos en la posada» es un dato teológico, pues las «posadas» de aquellos tiempos eran pórticos que rodeaban a un pozo que se hallaba en el centro de los mismos. Allí se guarnecían los judíos que iban en peregrinación a Jerusalén y los comerciantes que conducían sus caravanas de camellos. Pero a los evangelistas les interesa subrayar que Jesús no es acogido por su pueblo… lo que equivale a reforzar la idea de la universalidad del mensaje de Jesús.
Un Jesús, al que sus apóstoles han conocido acercándose a los pobres, era lógico que se manifestara a los más pobres y despreciados del entorno de su nacimiento: a los pastores; profesión bastante despreciada en los escritos judíos del siglo I.
¿Qué ideas teológicas subrayan los evangelistas?
Que Jesús es uno de los nuestros; una persona normal sometida a las leyes. Que es el Mesías, naciendo en la misma ciudad donde diez siglos atrás naciera el «mesías» más importante, el rey David.
Subrayan que el pueblo judío no quiso acogerle ni a él, ni a su mensaje. Y, por último, nos dicen que este Jesús ha estado siempre con los pobres y despreciados, y que los primeros destinatarios de su mensaje fueron los sencillos y denigrados pastores. Jesús es el «Buen Pastor» que nace en ambiente pastoril. No en vano habían sido pastores los personajes más importantes del pueblo de Israel:
Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, David…

Lunes
23 de Diciembre
El nacimiento de Juan Bautísta
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinosy parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre».
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua a Zacarías, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
Lucas 1, 57-66
Comentario
La figura de Juan Bautista no es exaltada en sí misma, sino por el papel que va a desempeñar en relación a Jesús. Juan es como su presentador oficial (precursor) ante la sociedad israelita. Por este motivo, el niño Juan debe estar rodeado de acontecimientos que dan crédito a su misión y ayuden a comprenderla en toda su profundidad.
El texto de hoy se refiere a la circuncisión de Juan; acontecimiento significativo para toda familia judía, ya que se trataba de una ceremonia a través de la cual se incorporaba el hijo recién nacido al pueblo de Israel y se le otorgaba el nombre. Se realizaba el octavo día después del nacimiento, con un cuchillo de piedra… y era tan importante que podía practicarse en sábado (día de descanso sagrado para el pueblo de Israel).
El nombre de Juan (en hebreo «Yohanan») significa «Dios va a tener misericordia».
En los pueblos antiguos, el nombre dado a un recién nacido, expresaba la misión que tendrá en la vida. Exisӛa la tradición de poner al hijo el nombre del padre… Cuando el niño no recibía el mismo nombre que el padre, indicaba algo desacostumbrado. Y eso es lo que quieren subrayar las primeras comunidades que escriben el evangelio: Juan Bautista va a ser el presentador de Alguien que iniciará una etapa distinta: Jesús, el Señor, que creará el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia.
En nuestra vida también hay cosas que deben cambiar. La Navidad debe ser tiempo de conversión; posibilidad para comenzar de nuevo. Uno de los signos de la llegada del Mesías era la reconciliación entre padres e hijos, entre hermanos, entre vecinos… Superar envidias, críticas y divisiones es uno de los grandes signos de la Navidad.
Como educadores, podemos hacer nuestra la pregunta que se hacían los familiares de Juan Bautista: ¿Qué va a ser de este niño? Porque cada niño lleva en sí el misterio de su futuro. Los educadores no lo podemos todo, y difícilmente estamos en condiciones de garantizar el futuro de nadie, ni siquiera el nuestro propio. Pero sí que generamos una serie de procesos educativos que, en una medida razonable, facilitan un futuro positivo para los niños y adolescentes que Dios nos han encomendado.
Somos sembradores de una cosecha que dará sus frutos en el futuro.

Domingo
22 de Diciembre
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Unos días después de la anunciación del ángel, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
Lucas 1, 39-45
Comentario
En este texto es muy importante la situación geográfica en el que se desarrolla la acción: Se trata de las montañas que hay en Judá, al oeste de la ciudad de Jerusalén, en la región de AinKarín, situada a unos diez kilómetros de la capital de Israel.
Estas montañas habían sido recorridas antaño por el «Arca de la Alianza», que para el antiguo pueblo de Israel era el objeto donde residía la presencia de Dios.
María, por la encarnación de Jesús en su vientre, ha quedado convertida en «Arca de la Alianza», es decir, en portadora de la presencia de Dios en su hijo Jesús. Este es el simbolismo que Lucas le da a la visita que María realiza a su pariente Isabel.
Por eso María hace el mismo recorrido que realizaba el Arca de la Alianza en el Antiguo Testamento: las altas montañas de Judá.
La presencia del Arca le daba confianza al pueblo. Por eso, cuando sus enemigos se la arrebataban, el pueblo lloraba, porque le llenaba de temor el abandono de Dios. Prácticamente llegaron a identificar el Arca con la presencia de Yahvé. Y esta presencia de Dios era vivida por el pueblo con tanto respeto y veneración, que el Arca sólo podía ser tocada por sacerdotes que estuvieran protegidos por la pureza ritual. Cuando tocaba el Arca de la Alianza alguien que no era sacerdote, moría instantáneamente.
Lucas nos está describiendo con este texto una verdadera liturgia; un ritual que hace presente a Dios. Pero no se trata de una liturgia oficial, celebrada dentro del Templo. Lucas con esta narración nos muestra el nuevo estilo de religiosidad que se inicia con Jesús: La presencia de Dios no se halla sólo en el Templo, sino en la vida cotidiana. Y así como el Arca sólo podía ser tocada por sacerdotes, ahora son mujeres sencillas del pueblo quienes rodean al «Arca».
El educador cristiano, siguiendo el mensaje del Nuevo Testamento, hace de la vida cotidiana el lugar de la presencia de Dios. Para ello educa a niños y jóvenes en un doble sentido: Les introduce en el mundo de la interioridad y la oración, y también les abre los ojos para el descubrimiento del propio entorno, uniendo siempre fe y vida.
Porque la fe cristiana, siguiendo la nueva religiosidad que supera la antigua, se vive en el seno de la única historia humana, que es el lugar donde Dios ha querido manifestarse.
El evangelio de hoy, y de estos últimos días de Adviento, rebosan alegría: Dios sigue ofreciéndonos su amor incondicional en la sencillez de Jesús de Nazareth. persona como nosotros y compañero de camino.

Sabado
21 de Diciembre
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Unos días después de la anunciación del ángel, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
Lucas 1, 39-45
Comentario
En este texto es importante la situación geográfica en el que se desarrolla la acción: Se trata de las montañas que hay al oeste de la ciudad de Jerusalén, en la región de Ain-Karen, situada a unos diez kilómetros de la capital de Israel.
Estas montañas habían sido recorridas antaño por el «Arca de la Alianza», que para el antiguo pueblo de Israel era el objeto donde residía la presencia de Dios y que tan sólo podía ser transportado por sacerdotes.
El sentido profundo de este texto es el siguiente: María, por la encarnación de Jesús en su vientre, ha quedado convertida en la nueva «Arca de la Alianza», es decir, en portadora de la presencia de Dios en su hijo Jesús. Este es el simbolismo que Lucas le da a la visita que María realiza a su prima Isabel. Por eso María hace el mismo recorrido que realizara antaño el Arca de la Alianza por las montañas de Judá.
Lucas describe una verdadera liturgia; un ritual de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Pero no se trata de una liturgia oficial, celebrada dentro del Templo.
Lucas con esta narración nos muestra el nuevo estilo de religiosidad que se inicia con Jesús: la presencia de Dios no se halla tan sólo en el Templo, sino en la vida cotidiana. Y así como el Arca no podía ser tocada sino era por sacerdotes, ahora son mujeres sencillas del pueblo quienes rodean al «Arca».
La presencia de Dios no está ligada tan sólo a las celebraciones. Los cristianos estamos llamados a vivir la cercanía de Dios y el encuentro con Él en las múltiples circunstancias de la vida. La presencia de nuestro Dios no se circunscribe a espacios y momentos rituales. Podemos abrirnos a la «espiritualidad de lo cotidiano».
El educador cristiano, siguiendo el mensaje del Nuevo Testamento, hace de la vida diaria el lugar de la presencia de Dios. Para ello educa a niños y jóvenes en un doble sentido: les introduce en el mundo de la interioridad y la oración, y también les abre los ojos para el descubrimiento del propio entorno, uniendo siempre fe y vida. Porque la fe Cristiana, siguiendo la nueva religiosidad que supera la antigua, se vive en el seno de la única historia humana, que es el lugar donde Dios ha querido manifestarse.

Viernes
20 de Diciembre
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: —«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fi n.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra». Y la dejó el ángel.
Lucas 1, 26-38
Comentario
Hoy leemos el relato de la anunciación del ángel a María. Los relatos que anuncian la llegada de un niño también pueden ser entendidos como relatos de vocación. En ellos se expresa el destino futuro del niño. Se le asignan ơ tulos, funciones, y hasta un nombre propio que expresa su misión en la vida.
La anunciación del nacimiento de Jesús contrasta fuertemente con la de Juan Bautista. No se realiza en el magnífico Templo de Dios en Jerusalén, sino en una oscura aldea de Galilea, en la frontera norte con los pueblos paganos; una aldea nunca mencionada en el AT. Tampoco se comunica a un sacerdote venerable, en ejercicio de sus funciones sagradas, sino de una humilde muchacha muy joven, que acaba de desposarse. Pero por humilde que sea la doncella, el ángel la trata con mucho respeto; además hay una nota «aristocrática» en el relato, se nos dice que el esposo de la muchacha, llamado José, pertenece a la estirpe de David.
El ángel invita a María a llenarse de alegría. Y la llama «llena de gracia» es decir, inundada del amor de Dios. Dios la ha elegido para ser la madre del Salvador, y en seguida acumula una serie de títulos que definen al niño que de ella va nacer: Será Grande, Hijo del Altísimo, Rey de Israel como descendiente de David, Rey eternosobre su pueblo, Hijo de Dios… María objeta el hecho de que no ha conocido varón, que no se ha unido aún ni a su esposo José ni a ningún otro hombre. Y el ángel le revela el misterio de su concepción virginal: su hijo será obra del Espíritu Santo, es decir, de la fuerza creadora.
A nosotros se nos comunica también lo que le fue anunciado a María, y de nosotros se espera que asumamos la actitud que ella asumió, la entrega a la voluntad de Dios.
El texto de la anunciación es la primera definición de Jesús que nos ofrece el evangelio de Lucas. En sus breves líneas, Jesús es definido con siete «títulos» muy importantes. Este texto viene a decir que toda la grandeza de Dios se hace presente en la humildad y la sencillez de una muchacha.
Si Jesús nace en nosotros por la fe, podremos llevarlo esta Navidad a nuestras familias y a los chicos y chicas con quienes compartimos tareas educativas. Con nuestros actos de generosidad podemos mostrar y anunciar a Jesús.

Jueves
19 de Diciembre
Tu mujer Isabel te dará un hijo: Juan
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril ( )
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto”.
Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada». El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios, he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento».
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa.
Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses diciendo: «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres».
Lucas 1, 5-25
Comentario
Lucas nos cuenta la infancia de Juan Bautista. La narración empieza situando los acontecimientos en su contexto histórico («en tiempos del rey Herodes»). El evangelista usa el esquema de las anunciaciones.
Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista, son presentados como una pareja irreprochable. Por los datos que se leen en el texto, Zacarías formaba parte de una de las 24 familias sacerdotales que se turnaban para atender el culto en el Templo de Jerusalén. La misión de estos sacerdotes era la de realizar los sacrifi cios. No era una tarea que les ocupaba todo el tiempo. Tan sólo dos semanas al año.
La rama sacerdotal de Zacarías fue marginada por no plegarse a las pretensiones imperialistas de los griegos y los romanos. Se trata de un humilde sacerdote, alejado de los círculos del poder.
Zacarías es la forma griega del nombre hebreo «Zekaryahu», que significa «Yahvése ha acordado». Isabel es la forma griega del nombre hebreo «Elisebá», que significa «Dios es plenitud».
La respuesta que da Zacarías nos recuerda a la que dio Abraham cuando se le anunció que iba a ser padre de Isaac. De esta manera, una gran promesa del pasado (el nacimiento de Isaac) se convierte en señal de futuro. «El futuro se expresa con palabras del pasado». Zacarías pide una señal, y queda mudo. Pedir una señal es sinónimo de incredulidad ante el anuncio recibido. Y el evangelio nos dice que el plan salvador de Dios seguirá adelante a pesar de las barreras que las personas ponen. Al mismo tiempo, la actitud de Zacarías contrasta con la de María de Nazaret, que se declarará la esclava del Señor. El texto de hoy se anuncia el nombre que se deberá imponer al niño: Se llamará Juan, «Yohannan» en hebreo, que significa, «Dios será misericordioso».
Zacarías comienza siendo un sacerdote del Templo. Representa los antiguos ritos del pasado. Cuando tiene que poner nombre a su hijo, se atreve a romper el «siempre se ha hecho así». Se le desata la lengua, deja de estar mudo y se convierte en profeta: anuncia el tiempo nuevo que será salvación para el pueblo.
La misión de Juan Bautista fue preparar al pueblo para que recibiera a Jesús como salvador. También nosotros podemos asumir esta misión en nuestra tarea de educadores cristianos: ayudar a los chicos y chicas a descubrir al Señor Dios, ser signos de acogida incondicional y de paz, creer en las posibilidades de cada muchacho y muchacha, preparar a niños y jóvenes para recibir a Jesús como Salvador.

Miércoles
18 de Diciembre
Tú le pondrás por nombre Jesús
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa «Dios-con-nosotros»».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Mateo 1, 18-24
Comentario
El evangelio de Mateo está lleno de citas textuales del Antiguo Testamento (47) y referencias (142). Los destinatarios de Mateo eran casi todos de procedencia judía. Mediante este recurso literario, entendieron que en la persona de Jesús se habían cumplido las promesas que Dios había hecho desde los tiempos antiguos.
En el texto que leemos hoy aparece la primera cita del Antiguo Testamento. Esta cita intenta mostrarnos la identidad y significado de la persona de Jesús: «Enmanuel», expresión hebrea que significa «Dios-está-con-nosotros»
El evangelio cita directamente una profecía del profeta Isaías: «Mirad: una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa «Dios-con-nosotros». La concepción virginal de Jesús de Nazaret es relacionada con el anuncio del nacimiento de «Enmanuel», un niño que fue un signo de Dios para la salvación del pueblo.
¿En que contexto se produjo el anuncio de Isaías?
El rey Acaz de Judá se afanaba en preparativos de guerra contra una coalición de enemigos de Siria y Efraín. Hallándose en apuros, quería pactar con los asirios. El profeta Isaías le dice que no pacte con los asirios, pues eso supone declararse su vasallo, pagar fuertes tributos y perder la libertad religiosa y civil. Isaías le invita a confiar en el Señor.
El rey Acaz no se atreve a confiar en la profecía del Señor. Isaías dice al rey que pida un signo a Yahvé. El rey no se atreve a pedir un signo porque no quiere tentar a Dios.
Entonces Isaías le anuncia que una doncella del harén real («almah» en hebreo) está encinta y va a dar a luz un hijo. Ese nacimiento, probablemente inesperado, fue una señal divina para el rey Acaz. Este niño llegó a ser el piadoso rey Ezequías, uno de los pocos reyes de Judá que fueron buenos y merecieron la aprobación de Dios.
Al traducir el texto hebreo al griego, en la versión de los LXX, la palabra «almah» fue traducida por «partenós», que quiere decir, «virgen». Mateo, citando el texto griego del Antiguo Testamento, nos comunica la convicción que tenían los primeros cristianos de que la concepción y el nacimiento de Jesús fueron extraordinarios, como convenía al Mesías esperado, al salvador, al Hijo de Dios.
Quienes conocieron a Jesús le llamaron con el nombre de «Yehoshuá». Se trata de un nombre compuesto por dos conceptos: Dios + Salvación (Yahvé+Oseas = Yehoshuá), que significa «Dios es salvación». Pero el evangelio de Mateo le añade también un sobrenombre que expresa el significado de su vida, persona y misión: «Enmanuel». La partícula «el» es la forma breve de «Elohim»; uno de los nombres que en hebreo se aplican a Dios. Enmanuel significa «Dios-con-nosotros». Más que un nombre propio, es la primera reflexión teológica que Mateo aporta sobre el sentido de la vida y persona de Jesús de Nazaret.

Martes
17 de Diciembre
Genealogía de Jesús, Mesías, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham engendró a Isaac, lsaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, a Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David, David engendró, de la mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliacín, Eliacín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado el Mesías.
Por tanto, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce, desde David hasta la deportación catorce, y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías catorce.
Mateo 1, 1-17
Comentario
Los más antiguos documentos orales sobre los que se puso por escrito la Biblia se denominan: «Listas». Reciben este nombre porque existían largas enumeraciones de acontecimientos, lugares, personajes, descubrimientos… que configuraban la memoria histórica del pueblo de Israel antes de disponer de documentos escritos.De entre todas estas listas, especial mención merecen las «listas genealógicas» (Shefer-toledót = libros genealógicos). La mayoría de ellas no posee una intencionalidad histórica, tal como la entendemos actualmente. Estas «listas» pretendían conectar a las personas con sus orígenes y hacer memoria de sus antepasados. La «genealogía de Jesús de Nazaret» es algo así como su partida de nacimiento. Mediante ella se certifica la historicidad de este personaje, así como sus orígenes humanos y hebreos. Con esta genealogía se inserta el Mesías en la historia. Hombre entre los hombres.
La lista de antepasados de Jesús pretende expresar una idea: Jesús es solidario con la humanidad; con personajes brillantes y con personajes pecadores: La ascendencia empieza con la de un idólatra convertido (Abraham) y pasa por todas las clases sociales: patriarcas llenos de virtudes, esclavos en Egipto, un pastor llegado a rey (David), un carpintero (José).
Algunos autores señalan que muchos de los personajes citados en la genealogía de Jesús tuvieron dificultades y no fueron modelo de creyentes.
De esta forma se afirma que entre los antepasados de Jesús no hay ni supremacismo, ni racismo, ni pureza de sangre: la humanidad tal como es.
Otros autores señalan que las cuatro mujeres que menciona Mateo en su genealogía son extranjeras: una forma de transmitir a los destinatarios del evangelio que la salvación que trae Jesús es católica y universal. En Jesús Mesías va a culminar la historia de Israel, y todos los pueblos y culturas van a recibir la salvación.
Esta larga lista de personajes anteriores a Jesús expresa también una idea esencial: Jesús es una persona concreta. El amor de Dios se han hecho presente en una persona concreta con raíces familiares: Jesús de Nazaret. Para expresar esta idea nos narran la larga, extraña y reconstruida lista de sus antepasados.

Lunes
16 de Diciembre
El bautismo de Juan ¿de dónde venía?
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?”
Jesús les replicó: “Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis,os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venia, del cielo o de los hombres?”
Ellos se pusieron a deliberar: “Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?” Si le decimos “de los hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.” Y respondieron a Jesús: “No sabemos.” Él, por su parte, les dijo: “Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.”
Mateo 21, 23-27
Comentario
Jesús acaba de expulsar los vendedores que comerciaban en los pórticos del templo de Jerusalén. Este gesto de Jesús ha causado una honda conmoción en los fariseos y jefes religiosos de los judíos. Porque «expulsar a los vendedores del templo» no significaba tan sólo que al Templo había que ir a rezar y no a comerciar.
Este gesto poseía un significado más profundo: «consagrar el templo» de nuevo. Y consagrar al Templo tan sólo lo habían realizado personajes muy significativos del pueblo de Israel.
Por otra parte, Jesús ha comenzado a poner en tela de juicio que el Templo sea el único lugar de la presencia de Dios (tal como creían los judíos). Jesús lleva tiempo enseñando a sus discípulos que a Dios se le encuentra también en las actitudes de ayuda y de solidaridad profunda y desinteresada: Dar de beber al sediento, dar de comer al hambriento, visitar al enfermo…
Por estos motivos los sumos sacerdotes y saduceos se le enfrentan y le interrogan.
Y Jesús vuelve a poner a Juan Bautista como modelo.
Jesús, con sus planteamientos, nos abrió caminos nuevos para el encuentro con Dios. Dios no es Alguien que esté encerrado en los muros del Templo. A Dios se le encuentra también en las acciones solidarias que ayudan a los más pobres y necesitados.
Estrechar lazos con quienes comparten acciones que contribuyen a mantener viva la esperanza, a curar las heridas físicas y psicológicas que sufren muchos de nuestros semejantes.
El educador cristiano no sólo muestra su fe a los chicos y chicas manifestándose creyente o enseñándoles a rezar. El educador cristiano muestra su fe con gestos de solidaridad, de perdón, de misericordia… Es decir, practicando entre sus alumnos y alumnas los mismos gestos que realizó Jesús.

Domingo
15 de Diciembre
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?” El contestó: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?” El les contestó: “No exijáis más de lo establecido”. Unos militares le preguntaron: “¿Qué hacemos nosotros?” El les contestó: “No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga”.
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia.
Lucas 3, 10-18
Comentario
El texto está cargado de referencias al ambiente social y cultural de la época..
La gente: Este término se refiere al pueblo judío. Personas de toda clase y condición que se sabían herederos de las promesas que Dios hizo a Abrahán. La mayoría de los judíos del tiempo de Jesús estaban convencidos que la salvación era algo que se conseguía por pertenecer a una religión y a una raza. Es la gente que se enorgullece de pertenecer al Pueblo de Dios.
Túnica: prenda interior, especie de camisa, que se llevaba debajo del manto.
Publicanos: recaudadores judíos de impuestos al servicio de Roma, englobados por la gente dentro de la clase socio-religiosa de los pecadores. El sistema de recaudación se prestaba a grandes abusos.
Militares: el término no es muy apropiado. Se trata probablemente de personal de servicio que acompañaba y protegía a los recaudadores. Personal judío militarizado con funciones policiales. Asociados a los recaudadores de impuestos en la consideración de la gente.
Desatar la correa de las sandalias: manera gráfica de expresar el derecho de una persona sobre otra. La expresión recoge una antiquísima costumbre judía con valor jurídico. Echar la sandalia sobre un terreno equivalía a tomar posesión en propiedad.
Aventar la parva en la era, almacenar el trigo, quemar la paja: estas expresiones hacen referencia a la cultura agrícola en la que se desarrolla la acción. En el texto se utilizan como símbolos para realzar la importancia del que está por venir.
En un ejercicio de pedagogía, el texto ofrece respuestas a una misma pregunta: ¿Qué hacemos? La pregunta la formulan indistintamente quienes se sienten miembros del Pueblo de Dios y quienes se sienten excluidos del mismo: todos por igual se acercan a Juan. Ejercicio práctico de universalidad. La pregunta es una demanda de conversión y de reforma de vida. Todos formulan la misma pregunta. Sin embargo, la respuesta que obtienen es diferente, en consonancia con las diferentes circunstancias de cada preguntante.
Juan despierta expectativas y suscita entusiasmos. Pero lo encauza todo hacia el que está por venir y ante quien él, Juan, no se considera con derecho alguno.
Compartir lo poco o mucho que se tiene; cobrar lo establecido, sin caer en la avaricia; no extorsionar; no servirse del cargo o del puesto para intimidar u obtener beneficios personales: son propuestas de conversión, entre otras muchas posibles. ¿Por qué no ser, como Juan, instrumentos ilusionados e ilusionantes al servicio del Dios que viene? Generando ilusión y alegría en tu entorno, estás preparando el camino para que Dios sea todo en todos.

Sábado
14 de Diciembre
Elías ya ha venido, y no lo reconocieron
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús:
«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó:
«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos». Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.
Mateo 17, 10-13
Comentario
En el Evangelio de hoy aparece de nuevo una referencia a Elías. Elías fue un profeta de Israel que actuó en el siglo IX a.C, años después de la división del gran reino de Salomón en dos pequeños reinos, el de Israel (norte) y el de Judá (sur) Su nombre completo es «Eliyyahu», que significa «Yahvé es mi Dios». Este profeta habitaba en el desierto, era muy austero y vestía «una túnica de pelo de camello y un cinturón de cuero ceñido a la cintura». (Idéntica descripción se hará de Juan Bautista en el evangelio).
Elías fue un profeta llamado por Dios para mantener a los israelitas fieles a la religión hebrea, frente al creciente influjo de las religiones de los cananeos y de los fenicios. Éstos adoraban las fuerzas de la naturaleza y de la fecundidad, representadas por el dios Baal y en sus diosas compañeras.
El Reino de Israel adoraba en aquel tiempo a los dioses fenicios y cananeos, por influjo de la reina Jezabel, hija de un rey pagano de Fenicia y esposa del rey de Israel. El libro de los Reyes afirma que en tiempos del profeta Elías había 400 sacerdotes del dios Baal (divinidad solar) y 400 sacerdotes de la diosa Astarté (divinidad lunar).
La idolatría servía de pretexto al rey y a la reina para olvidar el antiguo derecho israelita, que aseguraba la justicia, la paz y el derecho de la tierra que impedía a los poderosos convertirse en terratenientes expoliando las heredades de los pobres.
Por este motivo el antiguo pueblo de Israel conoció épocas de turbulencia política y graves injusticias contra los pobres y los humildes.
En este ambiente tan complejo surgió el profeta Elías. En el libro de los Reyes podemos leer la impresionante historia de este hombre de Dios.
Los primeros cristianos, casi todos judíos, conocían las tradiciones acerca del profeta Elías: que había sido arrebatado hacia el cielo en un carro de fuego, y desde donde descendería, al final de los tiempos, como precursor del Mesías. Apoyándose en estas tradiciones interpretaron la figura de Juan el Bautista y de su relación con Jesús.
Por eso el evangelio de Mateo nos dice hoy que los discípulos interrogaron a Jesús acerca de la vuelta de Elías. Y en boca de Jesús se pone la plena identificación de Juan Bautista: él es Elías que ha vuelto para preparar al pueblo de Israel a recibir a su Mesías, y Jesús se queja amargamente del trato que le dieron a su precursor. (Sabemos que Juan Bautista fue asesinado por denunciar valientemente los caprichos de Herodes Antipas y de su mujer ilegítima, Herodías). Jesús anuncia a los discípulos que su suerte no será distinta ni mejor que la de su heraldo.
El educador cristiano abandona las múltiples idolatrías que nos acosan actualmente. Son múltiples adicciones no tóxicas que nos dejan vacíos en lo humano y en lo cristiano. Adviento es un tiempo para ser «nuevos Elías»; personas capaces de hacer frente a todo aquello que resta densidad personal y vivencia cristiana en profundidad. El educador cristiano comienza esta tarea de conversión por su propia persona. Con esta coherencia será referente para los chicos y chicas.

Viernes
13 de Diciembre
Los hechos dan razón a la Sabiduría
Dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación? Se parece a unos niños sentados en la plaza, que gritan a otros: «Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado». Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores».
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios».
Mateo 11, 16-19
Comentario
El evangelio de hoy pertenece al mismo contexto que el de ayer. Se trata del testimonio que Jesús da sobre Juan Bautista. En los cuatro versículos de hoy percibimos cómo el evangelio constata también la incredulidad de amplios sectores de la sociedad contemporánea de Jesús.
Jesús sintió una profunda admiración por la figura de Juan Bautista; valoró su forma de ser, respetó su espiritualidad y sus métodos. Y, aunque Jesús desarrolló su propia personalidad, siempre consideró a Juan Bautista como un gran profeta. Parece ser que Jesús fue discípulo de Juan Bautista y que aprendió de él a anunciar el Reino de Dios, aunque luego abandonó el desierto para compartir la vida con las humildes gentes de las pequeñas poblaciones de Galilea.
Jesús considera que los fariseos y la gente importante sólo buscan excusas para no comprometer su vida con el mensaje de Dios. Este planteamiento está en el fondo de la parábola que Jesús propone, a propósito del juego de los niños en la plaza. La parábola de hoy hace referencia a un antiguo juego infantil de dramatización y canto del siglo I. Consistía en lo siguiente: Un grupo de niños tiene que responder al estímulo que otro grupo le hace. Si el primer grupo canta música alegre, el segundo grupo debe bailar; y si el primer grupo canta cantos de duelo y luto, el otro debe llorar.
La aplicación de esta breve parábola la hace el mismo Jesús: Los dirigentes religiosos judíos no han respondido a ninguno de estos dos estímulos: ni al de Juan Bautista, con sus propuestas de austeridad y penitencia, ni al de Jesús con su propuesta de esperanza, cercanía a los pobres, pecadores y marginados. Tanto Jesús como Juan Bautista fueron rechazados y condenados a muerte. Toda actitud profética llama a un cambio o conversión. Fue profética la austeridad de Juan y su llamada a preparar los caminos del Señor con la práctica de la justicia. Y fue profética la actitud de Jesús al hacerse «amigo de publicanos y pecadores».
Como educadores, -en este tiempo de preparación a la Navidad-, debemos presentar el mensaje cristiano integrando dos facetas: Ser cristiano supone un cambio interior que nos lleva a una austeridad personal, evitando sumergirnos en la sociedad de consumo y derroche, siguiendo el estilo de Juan Bautista. Por otro lado, nuestra fe nos lleva a comprometernos con los más necesitados practicando la misericordia y la solidaridad, siguiendo las huellas de Jesús de Nazaret. Y a vivir con alegría y esperanza, «la esperanza que no defrauda», según propone la orientación del Año Santo Jubilar.

Jueves
12 de Diciembre
No ha nacido uno más grande que Juan
Dijo Jesús a la gente:
«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos que escuche».
Mateo 11, 11-15
Comentario
Este breve pasaje del evangelio de Mateo nos trae a la memoria una de las figuras emblemáticas de estos días de Adviento: Juan Bautista, de quien Jesús hace el mayor de los elogios. Dice que no ha nacido de mujer nadie más grande que él. Pero inmediatamente añade que el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que Juan Bautista. Con esta expresión los evangelistas quieren decirnos que el tiempo del Antiguo Testamento ha terminado con la llegada de Jesús. Ahora estamos en un tiempo nuevo, el de la oferta de la salvación de Dios a todos los seres humanos sin discriminación alguna: el tiempo de la llamada universal a congregarnos en la casa del Padre.
Juan Bautista fue tan importante para Jesús como lo había sido el profeta Elías… Elías fue un antiguo profeta del siglo IX a.C. de quien se cuenta en el libro 2º de los Reyes que fue arrebatado al cielo en un carro de fuego. Los judíos interpretaban ese relato de una manera muy curiosa: Decían que Elías sería enviado por Dios, desde el cielo, como el profeta de los últimos tiempos, para llamar a su pueblo a la conversión y prepararlo para recibir dignamente a su Mesías. Pues bien, para Jesús, eso se ha cumplido en Juan Bautista. Él ha sido como el profeta Elías que precede al Mesías.
El evangelio nos habla repetidamente del Bautista durante estos días. Es bueno recordar que él supo ser fiel a su misión indicando a sus discípulos que siguieran a Jesús y alegrándose de que Jesús tuviera más discípulos que él. El elogio que Jesús le hace nos habla de la seriedad que supone optar por el Reino: «Desde que vino Juan Bautista, el Reino de Dios se alcanza con fuerza y coraje…».
Adviento es tiempo de preparación para recibir a Dios, presente en medio de su pueblo. Pero, si no hay esfuerzo por renovar la vida y por compartir, puede ser señal de que no nos estemos tomando en serio el regalo que Dios nos hace en esta Navidad.
El educador cristiano muestra a los chicos y chicas la importancia de la capacidad de esfuerzo y les enseña a integrar el sufrimiento de la vida. En una cultura en la que asistimos al «crepúsculo del deber» y nos sumergimos en una «ética indolora», conviene aprender a tomar la vida entre las propias manos para dirigirla y orientarla.

Miercoles
11 de Diciembre
Venid a mí los cansados y agobiados
Exclamó Jesús:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Mateo 11, 28-30
Comentario
La lectura de hoy invita a los cansados y agobiados a acercarse a Jesús.
Este pasaje del evangelio hace memoria de un texto de Isaías (40, 25-31). El texto del profeta fue escrito para levantar la moral del pueblo que se hallaba en el Exilio: desanimado, cansado y agobiado… Añoran su tierra y su patria. Han perdido toda esperanza y no se sienten con fuerzas para seguir adelante. Pero Yahvé les invita a acercarse a Él, que «fortalece al cansado y da energías al agobiado». El evangelio quiere mostrar que Jesús sigue realizando las acciones que Dios hizo antaño en beneficio de su pueblo.
¿Quiénes eran los cansados y agobiados en tiempos de Jesús?
En el contexto del evangelio de Mateo son los pobres y los pequeños que se ven obligados a soportar la inmensa carga de mandamientos y prescripciones impuesta por los fariseos. La secta de los fariseos había añadido, a la Ley escrita en la Torá, una serie de mandamientos generados por tradición oral a lo largo de la historia. Formularon 613 preceptos que hacían insoportable la práctica religiosa y el camino hacia Dios. Jesús, en cambio, propone un estilo de creyente que libera a la conciencia de tabús y presiones para ponerse en manos del Padre que es un Dios de misericordia.
Todos andamos algo «cansados y agobiados» por el peso de la vida y los problemas de cada día. Nos hemos sumergido en una sociedad presidida por una sensación de constante aceleración y estrés. No tenemos tiempo para aquellas cosas que serenan el espíritu. Pasamos velozmente sobre las cosas y las personas sin profundizar. Preparamos la Navidad con un sinfín de tareas que aceleran nuestro ritmo. El «BlackFriday» y el encendido de las luces navideñas de nuestras ciudades han llegado para adelantar la Navidad y sumergirnos en una incentivación del consumo que se prolongará en papa Noël, los Reyes Magos… y culminará con «las rebajas» de enero.
La Palabra de Dios viene hoy al encuentro de nuestros cansancios invitándonos a una confianza sin límites y a vencer la tentación del desánimo. Jesús no nos remite a técnicas de la serenidad y relajación. Nos invita a un encuentro personal con Él.
Esta navidad es una oportunidad para profundizar las relaciones personales con quienes nos rodean; escuchándoles, dedicándoles nuestro tiempo, deteniendo la veloz carrera a la que nos vemos sometidos… Destinando breves espacios a la oración, al encuentro con un Dios que se hace presente en medio de su pueblo para dar sentido a la vida y aliviar el sufrimiento.

Martes
10 de Diciembre
El Padre no quiere que se pierda ninguno
Dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños».
Mateo 18, 12-14
Comentario
El evangelio de hoy forma parte de las reflexiones que los primeros cristianos se hicieron sobre la Iglesia y sobre el perdón a los hermanos.
La imagen del pastor y el rebaño es clásica en toda la Biblia. Mediante esta imagen se expresó la misión de Abraham, de Moisés, del rey David… Los grandes personajes del pueblo de Israel habían sido pastores.
El libro del profeta Ezequiel da un paso más: indica que Yahvé en persona será el pastor de su pueblo al final de los tiempos. Este Buen Pastor (Yahvé) realizará múltiples acciones positivas para liberar al pueblo que sufre: Buscar, llevar sobre los hombros, alimentar, liberar, defender de los peligros, apacentar, sostener, vendar a las heridas, buscar a la oveja perdida, cuidar a los corderos… (Ez 34, 13-31)
Mateo utiliza esta imagen para definir cómo tienen que ser las relaciones en el seno de la Iglesia, es decir, entre los miembros de la comunidad cristiana. Los primeros cristianos tuvieron muy claro que no se puede abandonar a alguien por el hecho de que sólo sea «uno» o por el hecho de ser «pequeño». Al narrar la parábola, Mateo pensaba en la responsabilidad de los dirigentes de las Iglesias. Los responsables de las comunidades cristianas del siglo I deben actuar a imagen del Buen Pastor, cuidando con solicitud de todos aquellos que les han sido encomendados.
La mentalidad dominante actual quiere obligarnos a aceptar, como normal, el hecho de que en nuestra sociedad haya personas totalmente marginadas porque no pueden seguir el ritmo competitivo de la sociedad moderna, porque no consiguen incorporarse al mercado de trabajo o porque no han tenido oportunidad de una educación esmerada. Parece que se da como hecho inevitable que haya «ovejas perdidas».
La Palabra de Dios nos muestra que la actitud verdaderamente cristiana consiste en no resignarse cuando alguien queda al margen de la comunidad humana o de la comunidad cristiana. No vale la disculpa de que uno se ha perdido y que noventa y nueve están a salvo. La voluntad del Padre no es acoger a «muchos», sino a «todos».
Una de las formas de ser creyente hoy consiste en dedicar atención, energías y recursos a todos aquellos que se hallan excluidos y al margen de nuestra sociedad.
Los educadores cristianos hallan en la imagen del Buen Pastor un modelo al que imitar en su ejercicio docente. No es suficiente con acoger a la mayor parte, sino a todos. El educador cristiano es aquel que muestra preferencia por los más necesitados; por los chicos y chicas que sufren.
Preparar una Navidad cristiana no puede consistir tan sólo en organizar campañas y celebraciones.
Supone hacer un esfuerzo por integrar a todos en el gozo común.

Lunes
9 de Diciembre
Levántate y anda
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: «Hombre, tus pecados están perdonados»
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: «¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: «¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil decir «tus pecados quedan perdonados», o decir «levántate y anda»? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralíTÍco:
«A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa.»
Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: «Hoy hemos visto cosas admirables.»
Lucas 5, 17-26
Comentario
El evangelio que leemos hoy hace juego con un texto de Isaías del capítulo 35,1-10. «Los cojos brincan, los ciegos ven, los sordos oyen. La tierra se renueva en su presencia, el desierto se convierte en vergel, regresan los deportados por las potencias opresoras…» Y es que, el antiguo pueblo de Israel estaba convencido de que todas estas cosas positivas iban a suceder cuando llegara el Mesías.
La curación del paralítico es situada en otros evangelios en la ciudad de Cafarnaún, concretamente en la casa de la suegra de Pedro. Esta vivienda fue el centro de operaciones apostólicas de Jesús y sus discípulos. En esta casa Jesús acogió a los pecadores y les perdonó, instruyó a sus discípulos, rezó, anunció un tiempo nuevo… Fue una casa para la acogida y la esperanza.
Resaltamos tres detalles de este texto:
-
- Jesús trae una salvación integral. Jesús quiso que la persona total -cuerpo y espíritu- encontrara la salvación. Por eso le anunció al paralítico dos buenas noticias, diversas, pero complementarias: Tus pecado son perdonados, y… toma tu camilla, levántate y anda. El efecto fue una nueva vida interior y una integración social.
- La fe no es sólo individual, sino también comunitaria. Antes de dirigirse al paralítico que era llevado en camilla, Jesús se fija en la fe de quienes le han acompañado. Personas anónimas que han empleado tiempo y esfuerzos para que el paralítico se encuentre con Jesús. Sin duda que el enfermo tenía fe, pero era compartida y animada por los demás. Era una fe comunitaria. Nosotros, como buenos herederos de nuestra cultura europea, solemos poner el acento en una fe individual, autónoma, personalizada… olvidando con frecuencia su dimensión comunitaria. Cuando la fe pierde de vista a la comunidad cristiana, termina por convertirse en una reflexión personal interior sin elementos concretos con los que confrontarse. Suele derivar en una «fe terapéutica» que sólo busca la armonía personal, la serenidad, el gozo interior… olvidando el compromiso social.
- Jesús se llama siempre a sí mismo «Hijo del Hombre». Era una de las muchas formas que tenía el pueblo de Israel para designar al futuro Mesías. «Hijo del Hombre» era una expresión que ponía el acento en la dimensión solidaria y humana del Mesías: sería alguien cercano al pueblo, nacido de entre la gente sencilla, comprometido con los pobres, capaz de cargar sobre sus hombros con las debilidades y sufrimientos del pueblo. Así se definió Jesús.

Domingo
8 de Diciembre
Aquí está la esclava del Señor
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estírpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contígo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”
Y la dejó el ángel.
Lucas 1, 26-38
Comentario
El arcángel Gabriel anuncia a María que va a ser la madre del Mesías. El relato nos es familiar porque en la Biblia leemos otras muchas anunciaciones y muchas vocaciones. Este texto define la vocación y misión de María: ser la madre del Mesías.
El texto presenta también otros detalles:
Gabriel. El arcángel encargado de hacer el anuncio es «Gabriel» (mensaje de Dios). Este arcángel ya aparece en el libro del profeta Daniel. Gabriel fue el encargado de explicar a Daniel una visión relacionada con los tiempos en los que iba a aparecer el Mesías. Poner el anuncio en boca de «Gabriel» equivale a señalar a María como madre del Mesías.
El saludo. El arcángel saluda directamente a María. A nosotros nos parece lógico, pero en el judaísmo era incomprensible. Nadie podía dirigirse a una mujer directamente. Pero María llegó a alcanzar tanto prestigio entre las primeras comunidades cristianas, que a pesar de las dificultades culturales que conllevaba ser mujer, aparece como alguien a quien Dios saluda directamente.
El nombre. El niño se llamará «Yehosua» o «Josué» (Jesús). Es un nombre compuesto por dos palabras hebreas: Yahvé + Oseas. Y su significado es: «Yahvé es Salvación». La misión de Jesús es traer la salvación de Dios. En el evangelio de Mateo aparece un sobrenombre de Jesús: «Enmanuel» (Dios con nosotros). Se trata de un nombre tomado del libro del profeta Isaías 7,14. Isaías anuncia al rey Ajaz el nacimiento de un hijo que será signo de vida y esperanza cuando la ciudad de Jerusalén quede libre del asedio al que en esos momentos está sometida. Este hijo llevará el nombre de su misión: «Dios está con nosotros = Enmanuel». A Jesús nunca le llamaron Enmanuel ni Manuel. La denominación de «Enmanuel» es una reflexión teológica que busca establecer un paralelismo entre Jesús y el príncipe Enmanuel que aparece en el libro de Isaías. Para los primeros cristianos, Jesús es «Dios con nosotros».
Hay una frase cargada de resonancias: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» Esta frase evoca la nube o sombra que cubría la Tienda del Encuentro durante la travesía que realizó el pueblo de Israel por el desierto del Sinaí. Así como aquella sombra era signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo, así también Jesús de Nazaret será todo el amor de Dios presente en medio de su pueblo.

Sabado
7 de Diciembre
Lo recibido gratis, dadlo gratis
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias.
Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: “Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.
Mateo 9, 35-10, 1.6-8
Comentario
La fe en Jesús ha tenido siempre un peligro: que la espiritualicemos tanto que creamos que Jesús viene sólo a realizar acciones para dar tranquilidad a nuestra conciencia. La fe da sentido a nuestras vidas, pero no se puede convertir en un remedio terapéutico que serene nuestro estrés y nos haga vivir en la paz de una conciencia plena, al estilo de los libros de autoayuda.
En tiempos de Jesús, el Templo de Jerusalén ya cumplía esta misión. Tenía a su disposición todas las mediaciones posibles para ello: confesión de los pecados, salmos y oraciones, sistemas de purificación, ayunos y abstinencias, limosnas y obras de caridad… En la actualidad el «Muro de las Lamentaciones» de Jerusalén cumple esta misma función.
Jesús añade una novedad al concepto de salvación: la fe y la salvación también incluyen la dimensión social. De esta forma Jesús se adhiere a la antigua propuesta proclamada por los profetas de Israel y subrayada en la Carta de Santiago: «la fe sin obras es una fe muerta».
La llegada de Jesús fue una fuerte llamaba al cambio interior, a la conversión… pero fue también la realización de una liberación concreta: devolver la vista, curar a los enfermos, levantar a los paralíticos, sanar a los leprosos… Y todo ello con un doble estilo de actuación: «Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis» y hacedlo en comunidad, formando grupo y creando fraternidad.
Una escuela orientada por educadores cristianos no será significativa mientras no tenga un compromiso serio en los tres campos siguientes:
- Primero, creando una comunidad educativa donde el afecto sea posible y exista la fraternidad; un estilo de comunidad educativa donde desaparezca la competiti
- Segundo, favoreciendo el crecimiento espiritual y la transformación o conversión personal que implica el Reino de Dios.
- Tercero, promoviendo una igualdad de oportunidades y derechos, favoreciendo el crecimiento de los más débiles… promoviendo una «discriminación positiva» que mire con ojos de preferencia y otorgue nuevas oportunidades a los chicos y chicas que más lo necesitan; a quienes que sufren carencias y son como juguetes rotos que perdieron el horizonte.

Viernes
6 de Diciembre
Ten compasión de nosotros, Hijo de David
Cuando se marchó de allí, al pasar lo siguieron dos ciegos pidiéndole a gritos: «Ten compasión de nosotros, Hijo de David»
Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos; Jesús les preguntó: «¿Tenéis fe en que puedo hacer eso?»
Contestaron: «Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos diciendo: «Que se os cumpla según la fe que tenéis»
Y se les abrieron los ojos. Jesús les avisó muy en serio: «Mirad que nadie se entere».
Pero cuando salieron hablaron de él por toda aquella comarca.
Mateo 9, 27-31
Comentario
Los protagonistas del texto son dos ciegos que se acercan a Jesús en busca de salvación. Están convencidos que el Maestro puede sacarlos de sus tinieblas. El evangelista aprovecha esta historia de Jesús para ofrecer una enseñanza sobre el camino que deben seguir los discípulos.
El hecho de que los dos ciegos aclamen a Jesús como «Hijo de David» significa que no conocen su verdadera identidad. Llamarle «Hijo de David» es entender a Jesús como un Mesías político y nacionalista, al estilo del rey David que dirigió los ejércitos de Israel en luchas constantes hasta conseguir ensanchar sus fronteras.
Proclamar a alguien como «Hijo de David» suponía un peligro en tiempos de Jesús.
Y era así porque la ciudad de Jerusalén estaba dominada en lo social y en lo político por el Sumo Sacerdote, y la clase sacerdotal que desde siempre fue antagonista a los reyes de Israel.
Aquellos dos invidentes son «ciegos» porque consideran a Jesús como a un Mesías político… Jesús, a pesar de ello, les atiende en su ruego. Acto seguido, llamándole «Señor» comienzan a comprender quién es Jesús.
«La casa» en la que Jesús acoge a los ciegos es probablemente la casa de la suegra de Pedro, situada en la ciudad de Cafarnaún. Jesús hizo de esta casa el centro de su misión: un lugar para la acogida, la oración, la enseñanza a los discípulos… En el texto de hoy «la casa» es símbolo de la comunidad cristiana, que debe ser el lugar donde se acerquen con confianza los necesitados.
Dar vista a los ciegos era uno de los signos de la salvación definitiva, anunciada por los profetas.
Las tinieblas se desvanecen ante la revelación de Dios. «Abrir los ojos a los ciegos» representa, por tanto, sacarlos de la esclavitud y ponerlos en el camino de una vida en plenitud.
El texto ofreció una enseñanza a los cristianos de las primeras comunidades: la fe es un camino progresivo. Primeramente existe un acercamiento a Jesús, a veces imperfecto… Poco a poco se nos van abriendo los ojos para conocer el verdadero rostro de Jesús.
El educador cristiano anuncia la fe en Cristo de forma flexible y gradual. Vivimos tiempos en los que muchos niños y jóvenes no han tenido un acercamiento sistemático a Jesús, ni a los signos de los cristianos. Algunos autores hablan de «una infancia pagana». Ante esta situación, el educador cristiano, no da nada por supuesto e inicia caminos progresivos que faciliten una vivencia gradual de la fe. Las fechas de Adviento y Navidad son un tiempo excelente para iniciar a niños y jóvenes en las imágenes de la fe cristiana y en los profundos valores que de ellas se derivan.

Jueves
5 de Diciembre
No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!…
Dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edifi có su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente».
Mateo 7, 21.24-27
Comentario
Jesús termina el Sermón de la Montaña pidiendo a sus discípulos que pongan en práctica las palabras que ha proclamado. Jesús, conocedor profundo del trabajo de la construcción, (el evangelio dice que su padre era «tekton», en griego: albañil o constructor de viviendas) propone una imagen: Construir la vida y la fe sobre «roca firme». Un buen símbolo para este Adviento recién iniciado.
La casa construida sobre «roca firme» hace referencia a un texto del profeta Isaías.
Construir una casa o una ciudad sobre «Roca Firme» era, para el antiguo pueblo deIsrael, un símbolo que les invitaba a cimentar su vida sobre la fe en Dios.
El capítulo 26 de Isaías presenta un poema en el que aparecen estas dos imágenes:
Primera imagen: Existirá una ciudad fuerte, amurallada, a través de cuyas puertas entrará un pueblo justo y pacífico que ha puesto su confianza en Dios. De hecho la ciudad de Jerusalén, enclavada a 740 metros de altura, está edificada sobre numerosos promontorios rocosos.
Segunda imagen: El Señor es como una «roca firme», sobre la cual se levanta la ciudad. De la altura de esta «roca firme» se otean los caminos por si viene el enemigo, y contra la cual no hay vendaval ni inundación que valga.
«La roca» era una imagen muy interesante para las personas de las zonas desérticas del país de la Biblia: Permitía orientarse en el desierto, defenderse sobre ella de los animales salvajes y de los perseguidores. A su sombra una persona se resguardaba del castigo del sol, e incluso podría encontrar agua entre sus grietas.
Muchas ciudades, entre ellas Jerusalén, fueron construidas sobre formaciones rocosas. Pero la «Roca Firme» es Yahvé. Dios es la Roca sobre la cual se puede estar seguro. El texto de hoy nos invita a construir la Navidad sobre los valores de la fe; aquellos que permanecen a través del tiempo. La Navidad que se nos ofrece desde los medios de comunicación se sustenta sobre las arenas inconsistentes del consumo y la alegría vacía.
El educador cristiano propone una serie de valores que ayuden a los chicos y chicas a construir una personalidad sólida, sustentada sobre aquellas convicciones que dan densidad a la vida. La Navidad es un excelente tiempo para subrayar algunos valores que contribuyen al crecimiento humano y cristiano. Una Navidad de consumo puede convertirse en tiempo vacío que no contribuye a sustentar la vida sobre firmes convicciones.

Miercoles
4 de Diciembre
Comieron todos hasta saciarse
En aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.
La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».
Los discípulos le dijeron: «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».
Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron: «Siete y algunos peces».
Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.
Mateo 15,29-37
Comentario
La acción transcurre en la ribera del Mar de Galilea.
Jesús está atento a las necesidades de la gente sencilla. Ante la falta de alimento, pregunta a los discípulos. Los discípulos se sienten incapaces de dar una respuesta. En algún evangelio tan sólo se les ocurre «comprar». Jesús va a mostrarles «el milagro de la solidaridad».
Los discípulos han hecho a Jesús un planteamiento realista y razonable: «Despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer». Ya han recibido de Jesús la atención que necesitaban. Ahora, que cada uno se vuelva a su aldea y se compre algo de comer según sus recursos y posibilidades. La reacción de Jesús es sorprendente: «No hace falta que se vayan. Dadles vosotros de comer». El hambre es un problema demasiado grave para desentendernos unos de otros y dejar que cada uno lo resuelva en su propio pueblo como pueda. No es el momento de separarse, sino de unirse más que nunca para compartir entre todos lo que haya, sin excluir a nadie.
Los discípulos le hacen ver que solo hay cinco panes y dos peces. No importa. Lo poco basta cuando se comparte con generosidad. Jesús manda que se sienten todos sobre el prado para celebrar una gran comida. De pronto todo cambia. Los que estaban a punto de separarse para saciar su hambre en su propia aldea, se sientan juntos en torno a Jesús para compartir lo poco que tienen.
¿Qué sucede con los panes y los peces en manos de Jesús?
No los «multiplica» como si de un gesto mágico se tratara. No. Primero bendice a Dios y le da gracias: aquellos alimentos vienen de Dios y son de todos. Luego los va partiendo y se los va dando a los discípulos. Estos, a su vez, se los van dando a la gente. Los panes y los peces han ido pasando de unos a otros. Así todos han podido saciar su hambre.
Una última enseñanza: multiplicados los panes y los peces, el Maestro abandona todo protagonismo y los entrega a los discípulos para que sean ellos quienes los repartan.
Jesús quiere que seamos mediadores de su salvación. Quiere depender de nosotros para seguir haciendo el bien. Para multiplicar los dones en esta navidad, comparte. ¿Qué dones personales estoy dispuesto a compartir? Como educador, ¿qué dones multiplico entre los chicos y chicas que Dios me ha confiado?

Martes
3 de Diciembre
Has escondido estas cosas a los sabios
Lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”.
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”.
Lucas 10, 21-24
Comentario
El evangelio de hoy presenta a un Jesús entusiasmado, contento y agradecido a Dios Padre… Algunos autores denominan a este texto: el «Magníficat de Jesús».
¿Por qué Jesús está contento y lleno de alegría? Jesús ha enviado a setenta y dos discípulos a anunciar el Reino de Dios, a curar a los enfermos, a devolver la alegría a los tristes, a llenar a los pobres de esperanza… Los setenta y dos discípulos, que en su mayoría son sencillos pescadores del Mar de Galilea, regresan contentos y entusiasmados por lo bien que les ha ido… Es entonces cuando Jesús se anima al ver que sus discípulos son capaces de anunciar el Reino a la gente pobre y sencilla. Esta gente sencilla llevaba una vida de sufrimientos económicos y morales. Por eso anhelaban la llegada de un Mesías que les ofreciera un nuevo estilo de vida.
La sociedad judía, -dominada por la clase sacerdotal y por los fariseos-, quitaba todo protagonismo a los pobres (Am ha’ares: gente humilde del campo que desconocía la ley de Dios), los anulaban hasta convertirlos en vasallos pasivos.
La opresión que causaban los impuestos romanos sobre el pueblo campesino, (cobrados por una legión de recaudadores al servicio del Sumo Sacerdote de Jerusalén, o al servicio del reyezuelo Herodes Antípas en la región de Galilea), se veía agravada por la opresión moral que generaban los fariseos y escribas sobre la conciencia de estos pobres.
La vida de los humildes campesinos tropezaba con la opresión económica (tributaban más del 60% de sus cosechas a los romanos) y con el cumplimiento de los más de 600 mandamientos religiosos que habían establecido los fariseos. Jesús constata que su mensaje genera entusiasmo en los pobres, y que es una liberación para ellos.
A medida transcurren los años de nuestra vida, solemos tener un déficit de alegría y optimismo. Para muchas personas, alcanzar la edad adulta supone perder las expectativas positivas y sumergirse en un desánimo constante y continuado.
Hay quienes intentan justificar su amargura personal queriendo ver maldad, intereses creados, hipocresía y apatía… a su alrededor. Para ellos y ellas no hay posibilidad de cambio ni de mejora. Y cuando atisban que algo puede cambiar a mejor, centran todo su interés en cercenar las expectativas positivas que comienzan a crecer.
Desánimo o frustración no son actitudes cristianas. Es necesario que tengamos la mirada profunda de Jesús para descubrir cómo el Reino de Dios se abre paso. El Adviento es tiempo para alimentar nuestra esperanza, alegría y deseo de seguir comprometidos con la causa de Jesús.

Domingo
1 de Diciembre
Estad siempre despiertos
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
“Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin
aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues
los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la
vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre
todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para
escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.
Lucas 21, 25-28.34-36
Comentario
El evangelio de hoy se halla al fi nal del capítulo 21 de Lucas. Jesús utiliza el lenguaje «apocalíptico». Este tipo de lenguaje, propio del tiempo de Jesús, pretende ser una «revelación» de lo que sucederá a la final de los tiempos.
La primera parte trata de los signos cósmicos que precederán a la venida del Hijo del Hombre. Está expresado en lenguaje apocalíptico y es semejante al usado por los profetas cuando anuncian el juicio de Dios. Son señales que afectan al universo entero: al firmamento, a la tierra y al mar. Todo ello sirve para «revelar» la grandeza y el poder del Hijo del Hombre que vendrá.
La reacción ante estos acontecimientos es doble. Por una parte, “las naciones” (los
paganos) sienten miedo y quedan desconcertados. En cambio, para los creyentes, todos estos acontecimientos no tienen que ser motivo de miedo o de angustia, sino que son un signo de que se acerca la liberación total. Por ello, deben mantener la cabeza erguida, en actitud gozosa y esperanzada.
La segunda parte del texto es una conclusión adaptada a las necesidades éticas y morales de algunas de las primeras comunidades cristianas. Se anima a los discípulos a estar alerta y a comportarse de forma sobria y consecuente con la fe. Este
texto es un intento de las primeras comunidades cristianas por adaptar el mensaje de Jesús a sus necesidades diarias. Aquellos hombres y mujeres se planteaban
cómo vivir mientras esperaban la llegada del Señor.
Hoy empieza el Adviento, y con él un nuevo año litúrgico. No puede ser simple repetición de algo que ya conocemos. Adviento es tiempo de gracia y de saber acoger a Jesucristo que siempre viene
a nosotros como Salvador.
Tiempo de asumir un compromiso por la transformación del mundo según el deseo de Dios y los valores del Evangelio. El adviento nos ofrece motivos para esperar y razones profundas y consistentes para continuar en el seguimiento diario de Jesús. Debe inyectarnos alegría y optimismo cristiano en nuestro quehacer ordinario.
Los cristianos somos personas que esperamos nuestra liberación: «Cuando se presenten los primeros signos, poneos en pie y levantad vuestras cabezas, pues está cerca vuestra liberación». El inicio
del Adviento es un buen momento para repasar aquello que nos anima a esperar.
Y la esperanza es el hilo conductor de este año 2025, declarado Año Santo Jubiliar. El documento de convocatoria del Papa Francisco así lo expresa. Ante las dificultades que aquejan a nuestro mundo, nuestra fe cristiana nos invita a un compromiso serio y mantenido en el tiempo para levantar la esperanza caída y para construir un mundo mejor en el que habite la misericordia, la justicia y el
derecho.

Lunes
2 de Diciembre
¿Quién soy yo para que entres bajo mi techo?
Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó: “Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo.
Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo
bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro:
«Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace”.
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
“Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán
muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos»
Mateo 8, 5-11
Comentario
La acción transcurre en la ciudad de Cafarnaún, situada en la región de Galilea, a orillas de lago de Genesaret. (Keneret significa «lira» en hebreo. El lago recibe ese
nombre porque Ɵ ene forma de un antíguo instrumento musical llamado «lira»).
El protagonista es un centurión; una especie de capitán que tenía a su cargo la
custodia de ochenta soldados.
Parece improbable que este centurión perteneciera a las legiones romanas. Los legionarios romanos tenían su sede en la ciudad de Cesarea Marítima. En la provincia de Galilea, donde habitaba Jesús, no había soldados romanos. La provincia de Galilea era independiente en muchos aspectos, entre otros en cuestión militar.
Herodes Antípas, gobernador de Galiea, tenía su propio ejército de mercenarios.
Entre estos soldados y capitanes había algunos que eran denominados «temerosos de Dios»; personas que no eran practicantes de la religión judía, pero que simpatizaban con ella y mantenían una actitud cercana. El centurión al que se refiere el texto de hoy debía ser uno de ellos.
El texto de Mateo no está interesado por el «hecho maravilloso de la curación». Las curaciones eran frecuentes. El mensaje que trae este texto es otro: Frente a un
Jesús que viene, aparece la figura de un centurión que le espera. Los soldados mercenarios de aquellos tiempos, no eran ninguna joya: vivían enrolados en los ejércitos que mejor les pagaban. Sin embargo, Jesús despoja a este centurión de sus vestiduras de soldado opresor y lo convierte en un hombre golpeado por el dolor, la enfermedad y el cariño que tenía a su criado.
Los primeros cristianos quieren dejar muy clara una idea: Jesús de Nazareth no ha venido a salvar tan sólo al pueblo de Israel. Su salvación es abierta y universal. Allí donde exista una persona sufriendo, pero abierta a la esperanza, Dios está dispuesto a darle su abrazo generoso, sin importarle su condición social, raza o religión…
Jesús le ayuda sin pedirle nada a cambio. Le ayuda porque está en un apuro, y quienes sufren están siempre cerca del corazón de Dios. Los primeros cristianos entendieron muy bien que la salvación de Jesús era para todas las personas.
En el inicio del tiempo de Adviento el evangelio de hoy es una proclamación del deseo salvador universal de Dios, tal como proclamaban los primeros cristianos. Iniciar el Adviento debe suponer abrir nuestros corazones a todos, especialmente a quienes más sufren. El educador cristiano crea un ambiente que facilite la vivencia de la Navidad, pero cuida de no subrayar tan sólo aquellos elementos festivos o sensibles. Dota al tiempo de Navidad de un fuerte sentido educativo, abierto a la fe cristiana y a la solidaridad.